Tras este paréntesis vacacional y el consiguiente síndrome postvacacional (que suele ser directamente proporcional a lo largas que fueron las vacaciones), volvemos de nuevo para retomar el hilo del proyecto. Entre vacaciones y accidentes varios de algunos miembros del "team" ha habido que echar mano de la coordinación más que nunca, de forma que con la acumulación de trabajo que había, al cabo de 10 días ya ni me acordaba de las vacaciones. Sin embargo cuando vuelvo la vista atrás me doy cuenta de que me vinieron bien, una pausa, y sobre todo la compañía...
¿Que donde fui en vacaciones? Pues hubo como dos partes, una visita al centro-sur de Nicaragua, y el regreso al norte.
Hacia el sur de Nicaragua fuimos desde Managua a la reserva de los Guatuzos-Solentiname, pasando por la reserva del volcán Mombacho (donde dormimos y paseamos por sus cráteres apagados y buscando en la noche la ranita de ojos rojos) Granada y Masaya (una ciudad simplemente para estar en la calle...), y con un viaje inolvidable en el barco de Granada a San Carlos a través del Lago de Nicaragua (el de vuelta fue algo más "pesado"). El dúo Guatuzos-Solentiname es todo contrastes. La Reserva de Guatuzos es naturaleza que no le debe nada al hombre (o al menos al turista), con historias de selva (de monos congo, de carablancas, de viajes por el río de noche buscando los ojos rojos de los caimanes, de boas constrictor, de especies de plantas y animales que ni en toda tu vida aprenderías sus nombres) y de la frontera con Costa Rica (a la que se puede llegar andando dos horas por caminos de barro). El archipiélago de Solentiname (un conjunto de islas de ensueño en el lago de Nicaragua, como una burbuja de tranquilidad como refleja la foto) es..., un paraíso en el cual a través de sus acojedoras gentes puedes bucear y encontrarte una historia enrevesada, siempre teñida de culturas antiguas, movimientos de artistas primitivistas, la misa campesina y un cura excomulgado por dar misa vestido de soldado...
De la estancia en Jinotega (yo me considero ya "norteño"), con excursiones ocasionales por la zona, aparte de la tranquilidad que da estar en el sitio que he llegado a considerar mi hogar, me quedo con la visita a Sisle, una comunidad cercana al Lago de Apanás, que están intentando poner en marcha un paquete de turismo comunitario de dos días de duración. Nosotros solo fuimos un día, a modo de "conejitos de indias", y fue toda una experiencia. Paseos a caballo (con risas incluidas por la inexperiencia de los cheles novatillos), vistas increíbles, caminitos entre el café y las quebradas que siempre dan sensación de peligro por sus cauces abruptos y llenos de sedimentos arrastrados por las crecidas, y sobre todo la gente (los niños del colegio riendo con la novedad, excepto cantando el himno de Nicaragua donde se ponen todos serios; don Ramón con sus casi 80 años como lo veis en la foto, enseñándonos su café orgánico con 40 especies de árboles de las que se sabía nombres y edades y una vitalidad que ya la quisiera yo hoy; doña Catalina y doña Casilda con un porrón de hijos juguetones y unas ganas de mejorar día a día dignas de admirar, y mucho más...).
Solo puedo decir que entiendo a aquellos todavía raros que tienen como destino preferido de sus vacaciones el perderse por Nicaragua (a pesar que yo soy muy de mi pueblo...).
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